En este post, sobre el gran Moisés, el lector tendrá la oportunidad de conocer en este artículo quién fue este profeta bíblico, y todo lo que tuvo que padecer durante la travesía de 40 días. Continúe leyendo este post, para que no se pierda ningún dato importante sobre él y las obras que Dios le encomendó a dicho profeta.
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¿Quién fue Moisés?
Moisés nació en Gosén, un territorio del antiguo Egipto, los judíos que habitan en Egipto estaban esclavizados por el faraón. Días antes del nacimiento de Moisés, el faraón dio instrucciones estrictas a sus soldados que dieran muerte a todos los varones hebreos recién nacidos.
La madre de Moisés para salvar la vida de su hijo, lo coloca dentro de una cesta de papiro, que luego, la arroja a las aguas del Nilo, acontecimiento que fue visto por su hermana Miriam, este fue salvado por la hija del faraón, quien lo crió como si fuera su propio hijo.
El nombre del profeta, en lenguas egipcias y hebreas quiere decir “entregado por las aguas” o “salvado por las aguas”. Moisés es uno de los personajes bíblicos más cercanos ante la presencia y la benevolencia de Dios.
Se cuenta que su vida fue entre el siglo XIX a.C. y el siglo XII a C. aproximadamente, y todo el aspecto de su existencia es cuestión de fe. Según aparece reflejado en el Antiguo Testamento, la vida de Moisés se relata en los últimos cuatro libros de Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, como así mismos, en las sagradas escrituras se nombra muchas veces.
De su infancia no se tiene mucha información, sin embargo, cuando ya era mayor, Moisés asesinó a un egipcio que maltrataba a un hebreo. Por esta causa, se tuvo que marchar a un territorio conocido como Madián, donde contrajo nupcias con Séfora y concibieron un hijo a quien llamaron Gerson.
En este lugar ejerció actividades como pastor, un buen día estando en el monte Horeb, visualizo una maleza envuelta en fuego y que esta no se consumía, era una personificación de Dios, según se evidencia en Éxodo 3:6:
- “yo soy el Dios de tus antepasados. Soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”.
Una voz le dio órdenes que fuera a Egipto, su pueblo, para llevarlo a una Tierra Prometida.
Con el tiempo Moisés retornó a Egipto y convenció a los israelitas de lo acontecido, luego de varios encuentros, en donde Moisés realizaba milagros con el permiso de la gracia divina de Dios para poder persuadir al faraón, sin embargo, éste se niega a dar libertad al pueblo hebrero.
Se evidencia en Éxodo 7:7 que para ese entonces el profeta contaba con la edad de 80 años, cuando pretendió dialogar con el faraón, esto fue cuando Dios envió las 10 plagas a Egipto. Es cuando el faraón acepta que los hebreos se retiren. Igualmente, en Éxodo 12:40 aparece que el pueblo hebreo se mantuvo durante 430 años en Egipto.
Entonces caminaron hacia el Mar Rojo, el faraón decide que los volvería a esclavizar, y se fue en búsqueda de ellos, es cuando el Señor le dice a Moisés:
- “¿Por qué me pides ayuda?, ¡ordena a los israelitas que sigan adelante! y tú, levanta tu bastón, extiende tu brazo y parte el mar en dos, para que los israelitas lo crucen en seco”.
Una vez que se disponían los egipcios a cruzarlo, Dios cerró el mar y se ahogaron. Los hebreos continuaron con su peregrinaje, pero hubo un instante en que perdieron la fe.
Una vez que llegan a las faldas del monte Sinaí, Moisés arriba a la cima para platicar con Dios, se mantuvo con él durante 40 días y 40 noches, y fue cuando recibió las tablas de piedra sagrada donde estarían plasmados los Diez Mandamientos.
Travesía
Luego de una larga travesía de 40 años en el desierto bajo la dirección de Moisés, donde padecieron de mucho sufrimiento tales como terremotos, plagas, sequías, hambre, incendios y combates con los pueblos primitivos de Palestina, y los hebreos finalmente arribaron a Canaán.
Su muerte
Después de una larga travesía durante 40 años, en la cual estuvo deambulando por el desierto, Dios viendo la coraza que tenía el corazón de su pueblo, prohibió el ingreso de todo hombre de guerra que tuvieran más de 20 años, a la tierra prometida, inclusive al mismo Moisés.
Dios le permitió a Moisés que visualizará la Tierra Prometida, desde la cumbre del monte Horeb, y luego de esta visión fallece a la edad de ciento veinte años, la muerte del profeta fue lamentada y su pueblo lo lloró por treinta días y treinta noches, y su sepultura nunca fue encontrada.
Los hebreos de esa generación fallecieron en el desierto quedando sus huesos esparcidos por todo el territorio.
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Llamamiento de Moisés
Se evidencia en las sagradas escrituras, que Moisés en algún momento llevó a su rebaño al Monte Horeb, a donde observó una zarza que estaba en fuego y no se consumía, una vez que se aproxima para ver que era, Dios o un ángel enviado de Dios, emitió palabra desde la zarza quien le reveló su nombre, el significado real de Moisés.
Según el relato, Dios le dijo a Moisés que debería de regresar a Egipto para dar libertad a su pueblo que se encontraba esclavizado. Moisés contestó a Dios, que él no era el más indicado para ejecutar la tarea encomendada, debido que él alegaba que era tartamudo.
A lo que Dios le respondió, que le daba seguridad y le suministraría el apoyo, como todos los elementos necesarios.
Regreso de Moisés a Egipto
El profeta Moisés obedeció y retornó a Egipto, fue recibido por Aarón, su hermano mayor, quien preparó una reunión para notificar a todo su pueblo lo que harían. Inicialmente, Moisés no fue recibido con agrado, sin embargo, la tiranía era muy fuerte, y Moisés muestra signos para que el pueblo lo siguiera como un hombre enviado por Dios.
Aparece en las sagradas escrituras, que lo más difícil fue convencer al faraón para que permitiera que los hebreos se marcharan, es tanto, que éstos no recibieron la autorización para marcharse hasta que Dios envió las diez plagas sobre el pueblo egipcio.
Estas plagas se encargaron de devastar todo, pero, lo más lamentable fue que estas fueron la causa de la muerte de los primogénitos del pueblo egipcio. Esto produjo un enorme pánico entre los egipcios, haciendo que se permitiera que los hebreros se marcharan para llevar a cabo los sacrificios a su Dios.
Travesía del mar Rojo
Llegado el quinto día en el que el pueblo de Israel se había marchado de Egipto, el faraón se fue en la búsqueda de ellos en compañía de un enorme ejército y los alcanzó cerca del mar rojo.
Fueron capturados por el ejército egipcio, los hebreos y entraron en desesperación, sin embargo, Dios fragmento las aguas del mar a través de Moisés, para que los hebreos cruzaran con toda seguridad, una vez que los egipcios pretendieron perseguirlos, las aguas retoman su cauce y los egipcios se ahogaron. Es cuando los judíos consiguen huir de la esclavitud en la que los mantenían en Egipto.
En el Monte Sinaí
Estando en este sagrado lugar, conocido como el Monte Sinaí, Dios le entrega a Moisés los Diez Mandamientos de la travesía en el desierto del Sinaí. El profeta Moisés se marcha a la cima del monte para recibir las tablas del convenio, a donde se mantuvo por un tiempo de 40 días, Dios le entregó dos tablas de piedra plasmadas con su dedo, esto se puede evidenciar en Deuteronomio 9:9-10, Éxodo 31:18.
En las tablas de Ley, se contenían los Diez mandamientos, unas leyes fundamentales para ser cumplidas exactamente por el pueblo hebrero. Así como una cantidad de leyes menores que deberían ser visualizadas.
Una vez que Moisés baja del Monte, para informar a su pueblo, se da cuenta que en su ausencia habían tomado y fundido todo el oro para construir el becerro de oro, en personificación del dios egipcio Apis, a quien ofrendarían como su propio Dios.
El profeta Moisés entró en furia y lanzó las tablas de ley sobre su pueblo, las que se destrozaron, y procedió a prender fuego a la estatua del becerro de oro que había sido construido con todo el oro que tenía el pueblo.