El alma, según la Religión Católica, es considerada el principio espiritual e inmortal del ser humano. Según la enseñanza de la Iglesia Católica, el alma es creada por Dios, única e indivisible. Es la sede de la vida eterna y está destinada a unirse para siempre con Dios en la beatitud celestial. Es fundamental comprender la importancia que tiene el cuidado y desarrollo del alma en la vida de los creyentes católicos. Es a través del alma que los fieles pueden alcanzar la plenitud de su existencia y mantener una relación íntima con Dios. La Religión Católica considera al alma como el núcleo espiritual más profundo de la persona, dotada de racionalidad y libre albedrío, capaz de conocer, amar y relacionarse con el Creador. El alma es asimismo responsable de las decisiones y acciones de cada individuo, y es mediante su purificación y santificación que se encuentra el camino hacia la vida eterna. En definitiva, el alma, en la Religión Católica, es una realidad trascendental y esencial para comprender la relación entre Dios y el ser humano.