Cuando un católico se siente desvalido, desprotegido o tienen algo que lo agobia, lo primero que hace ante ello, es elevar su mirada al cielo y hablar con Dios. En ese momento por lo general la persona recuerda versículos de la biblia o a su manera y sus propias palabras recitan alguna frase que en ella esta.
Esto es la base fundamental de las oraciones de fe. Para Dios vale más unas palabras que salgan de tu corazón llenas de amor, honestidad y fe, que mil oraciones preestablecidas y que sean repetidas de manera automática.
Índice de Contenidos
¿Cuáles son las oraciones de fe?
“Señor Jesucristo, te necesito.
Te abro la puerta de mi vida y
te recibo como mi Señor y Salvador.
Gracias por perdonar mis pecados.
Toma el control del trono de mi vida.
Hazme la clase de persona que quieres que sea.
Amén.”
“Dios nuestro Señor,
rogamos por tu Espíritu
para que nos dé a entender quiénes somos
y cuáles son las tareas que tú nos encargas.
Gracias por toda la luz que tú nos das.
Que nosotros y muchos otros
comprendan más de la verdad,
y que estemos tranquilos acerca
de todo lo que está bajo tu dominio,
Padre nuestro en los cielos.
Concédenos estar bajo tu protección ahora y siempre.
Que experimentemos tu bondad y
la bendición que viene con ella.
Porque en tu bondad podemos aguantar
hasta en los días más difíciles y
tener la victoria en esta batalla que es la vida. Amén.”
“¡Señor, yo creo, yo quiero creer en Ti!
Señor, haz que mi fe sea pura, sin reservas, y que penetre en mi pensamiento, en mi modo de juzgar las cosas divinas y las cosas humanas.
Señor, haz que mi fe sea libre, es decir, que cuente con la aportación personal de mi opción, que acepte las renuncias y los riesgos que comporta y que exprese el culmen decisivo de mi personalidad: creo en Ti, Señor.
Señor, haz que mi fe sea cierta: cierta por una congruencia exterior de pruebas y por un testimonio interior del Espíritu Santo, cierta por su luz confortadora, por su conclusión pacificadora, por su con naturalidad sosegate.
Señor, haz que mi fe sea fuerte, que no tema las contrariedades de los múltiples problemas que llena nuestra vida crepuscular, que no tema las adversidades de quien la discute, la impugna, la rechaza, la niega, sino que se robustezca en la prueba íntima de tu Verdad, se entrene en el roce de la crítica, se corrobore en la afirmación continua superando las dificultades dialécticas y espirituales entre las cuales se desenvuelve nuestra existencia temporal.
Señor, haz que mi fe sea gozosa y dé paz y alegría a mi espíritu, y lo capacite para la oración con Dios y para la conversación con los hombres, de manera que irradie en el coloquio sagrado y profano la bienaventuranza original de su afortunada posesión.
Señor, haz que mi fe sea activa y dé a la caridad las razones de su expansión moral de modo que sea verdadera amistad contigo y sea tuya en las obras, en los sufrimientos, en la espera de la revelación final, que sea una continua búsqueda, un testimonio continuo, una continua esperanza.
Señor, haz que mi fe sea humilde y no presuma de fundarse sobre la experiencia de mi pensamiento y de mi sentimiento, sino que se rinda al testimonio del Espíritu Santo, y no tenga otra garantía mejor que la docilidad a la autoridad del Magisterio de la Santa Iglesia. Amén.”
“Señor Jesucristo, en este momento te acepto como mi único y Verdadero Salvador. Me arrepiento de todos mis pecados, lávame con Tu Sangre y perdóname. Escribe mi nombre en el libro de La Vida, y lléname de tu Espíritu Santo. Hazme nueva criatura y ayúdame a perseverar en lo establecido por tu Palabra y en el fruto de un testimonio verdadero. Amén.”
¿Qué se pide en las oraciones de fe?
En estos rezos no se busca pedir o solicitar algo concreto al señor como si hacemos en las oraciones de protección, a la Virgen de Fátima o a Santa Bárbara por ejemplo, si no que lo que se busca es conversar con Dios, demostrarle nuestra fe en el y agradecerle por nuestra vida.