Oración de la Virgen de Guadalupe

Nuestra Señora de Guadalupe, mayormente conocida o llamada como como la Virgen de Guadalupe, ​es una aparición de la Iglesia católica que tiene origen desde México. Su imagen está representada como la que tiene su principal centro de culto en la Basílica de Guadalupe, ubicada en las faldas del cerro del Tepeyac, en el norte de la Ciudad de México.

La fecha de su imagen data del 12 de diciembre del año 1531, es decir, tiene 489 años, por lo que su festividad es celebrada cada 12 de diciembre. Es conocida por ser la patrona de México, América y Filipinas.

En la tradición mexicana religiosa, además de ser un acto de fe, todos los 12 de diciembre se le profesa agradecimiento, esto mediante cantos, rezos y peregrinaciones al cerro de Tepeyac, que es en donde se registró su primera aparición al santo Juan Diego.

Pero, ¿por qué ocurrió este suceso? ¿Por qué María se apareció a Juan Diego en lugar de al obispo mismo o a alguien más que era más poderoso? Esto es porque para María esta acción es un signo de solidaridad con esas personas que pueden no ser consideradas como personas poderosas o que posean algún tipo de prestigio según la sociedad y sus estándares. El ejemplo más claro de esto es que sin importar la clase social, así sea un humilde agricultor, es igualmente una persona importante, que tiene contribuciones importantes que hacer.

Historia de la Virgen de Guadalupe

Oración de la Virgen de Guadalupe

A principios del mes de diciembre, un día sábado del año 1531, había un indio que se llamaba Juan Diego. Este madrugaba desde muy temprano para dirigirse al pueblo en donde se encontraba la ciudad de México, todo esto con el fin de ir a sus clases de catecismo y a oír la Santa Misa. Cuando llegaba al cerro que se llamaba Tepeyac estaba amaneciendo, y en ese momento escuchó una voz muy delicada que estaba diciendo su nombre, alguien lo estaba llamando.

Al escuchar su nombre, Juan Diego subió a la cumbre y vio a una Señora increíblemente hermosa y delicada que poseía un vestido que brillaba como el mismo sol. Esa hermosa hermosa le dijo de forma amable y de manera atenta lo siguiente:

«Juanito: el más pequeño de mis hijos, yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive. Deseo vivamente que se me construya aquí un templo, para en él mostrar y prodigar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa a todos los moradores de esta tierra y a todos los que me invoquen y en Mí confíen. Ve donde el Señor Obispo y dile que deseo un templo en este llano. Anda y pon en ello todo tu esfuerzo».

Sin perder tiempo, Juan Diego regresó al pueblo y nuevamente se encontró con la Virgen María, ahí él le explicó lo que había pasado. La Virgen María le pidió que regresara al siguiente día para que fuese de nuevo a conversar con el obispo y le dijera el mensaje.

El obispo, al escuchar atentamente a Juan Diego le comentó que debía regresar y decirle a la Señora que le mostrara una señal para demostrar que ella era efectivamente la Madre de Dios y que era su voluntad que se le construyera un templo.

Juan Diego buscó a la Virgen María, y al encontrarla le contó todo lo ocurrido con el obispo. La Virgen le indicó que volviera al día siguiente y allí, en ese lugar, le daría la señal. Juan Diego no pudo ir al cerro al día siguiente, esto porque su tío Juan Bernardino estaba muy enfermo.

El 12 de diciembre en la madrugada, Juan Diego fue muy rápido para conseguir un sacerdote a su tío, porque él se estaba muriendo. Cuando llegó al lugar por donde debía encontrarse con la Señora tomó un camino distinto para no tener que verla, es decir, evitarla. De pronto María apareció en su encuentro y le preguntó a Juan Diego a dónde iba.

Con mucha vergüenza, el indio Juan Diego le explicó a la Virgen María lo que estaba ocurriendo. La Virgen le dijo a Juan Diego que no se preocupara por nada, porque su tío no moriría y ya se encontraba mucho mejor, estaba mucho más sano. Por ello, Juan Diego le pidió la señal que debía llevar al obispo.

La Virgen María le indicó al indio que subiera a la cumbre del cerro. Cuando él lo hizo, encontró unas rosas de Castilla frescas y poniéndose la tilma, cortó unas cuantas y se las llevó al obispo.

Al estar frente al Monseñor Zumarraga, Juan Diego desplegó su manta. Allí cayeron al suelo las rosas, en la tilma estaba pintada con lo que hoy se conoce como la imagen de la Virgen de Guadalupe. Al ver este acto muy impresionado, el obispo llevó la imagen santa a la Iglesia Mayor y edificó una ermita en el lugar que había señalado el indio.

Pio X la proclamó como Patrona de toda la América Latina, Pio XI como Patrona de todas las Américas, Pio XII la llamó Emperatriz de las Américas y Juan XXIII como La Misionera Celeste del Nuevo Mundo y la Madre de las Américas.

Dentro de la región mexicana y el mundo se venera a la Virgen de Guadalupe se venera con devoción. La gente, al obtener los milagros, es gracias a los rezos que se le otorgan a la Virgen de Guadalupe. Ellos son considerados milagros extraordinarios.

Oración de la Virgen de Guadalupe

Oración de la Virgen de Guadalupe

Dios te salve María, Señora de la paz, oramos por la paz en nuestro mundo; haznos pacificadores.

Dios te salve María, Amiga de la gente común, únenos a través de las líneas económicas;

juntos elevemos la causa de los oprimidos.

Dios te salve María, Madre de México, ayúdanos tanto a apreciar la cultura de América Latina, como a trabajar para poner fin a su pobreza. Dios te salve María,

Madre del Niño Jesús, oramos por todos los niños que son víctimas de la guerra y del hambre; luchemos por ellos. Dios te salve María,

Esposa del carpintero, José, oramos por los derechos de todas las personas que trabajan duro en todo el mundo, permite que su dignidad sea reconocida. Dios te salve María,

Mujer de todas las generaciones, muévenos a hablar por las personas mayores que carecen de atención médica adecuada y refugio.

Dios te salve María, Madre sin hogar, oramos por aquellos que no tienen un hogar; permítenos abogar por la vivienda asequible.;

Dios te salve María, Señora de todos los colores, muéstranos cómo amar a todas las personas,

desafiando el racismo y la discriminación.

Dios te salve María, Madre de nuestro mundo, haznos ciudadanos del mundo, trabajando por la justicia y el bienestar en todo el mundo.

Amén.