Es común tener a una persona negativa, tóxica o problemática cerca de ti, a continuación te mostraremos la oración adecuada de la Virgen de la Magnífica al revés para los enemigos. Esta opción es la mejor porque contrarresta todo mal.
Amada Madre Divina, digna y noble en todo su esplendor. Quiero en esta oportunidad, dedicarte esta plegaria.
En primer lugar, luego de tanto siento necesario, encomendarte esta plegaria. Ahora en vez de progresar, por lo visto mi vida va en retroceso.
Sin duda, algo está pasando y para no alarmar la situación más de la cuenta. Imploro tu intercesión, el poder que emana tu aura, a los fieles creyentes de ti y la palabra de Dios.
Al mismo tiempo evade de mí, personas que no desean el bien. Por supuesto, no les deseo el mal a ellos. Cada quien vive su vida como mejor le plazca y yo solo quiero es seguir.
Enfrentar ese proyecto de vida que tienes para mí, sobre todo, para lograr el éxito personal y esa habilidad que me diste de ser una persona noble. A diferencia de antes, después de tanto, ahora si siento la pesadez en mis hombros. Curiosamente siento como una carga, cumplo diariamente con mis actividades.
Me alimento bien, como bien y aparte cada día crezco profesionalmente. Con relación a lo que me desean, usa tu devoción para depurarlo. Tu fuerza es única lo sé, con todo tu poder a mi lado tengo la fuerza de seguir y no dejarme jamás que me hagan perder mi enfoque. Por el contrario, a mis enemigos, yo si les deseo el bien.
Les deseo eso, porque sin son capaces de colocarme algún tipo de brujería, solo soy empático por su vida y saber que están pasando por un momento delicado.
Virgen La Magnífica
La Magnificat, tomado del Evangelio de Lucas (1:46-55), es el himno de alabanza de la Santísima Virgen María al Señor. También se conoce como el Cántico de María en la Liturgia de las Horas, una colección especial de lecturas de las Escrituras, salmos e himnos que constituyen lo que se conoce como la oración de la Iglesia. (Los sacerdotes y otros religiosos están obligados a rezar secciones de la Liturgia de las Horas cada día).
Aunque el Magnificat ha sido objeto de numerosos ajustes musicales por parte de compositores como Palestrina, Bach y Mozart, puede recitarse además de cantarse. Su nombre proviene de la primera línea de su texto en latín («Magnificat anima mea Dominum») traducido en la primera línea siguiente. María proclama aquí la grandeza del Señor con la humildad y la gracia características.
La Magnificat ofrece un gran material para la meditación, el segundo Misterio Gozoso del Rosario, representado arriba. Cuando el ángel Gabriel informa a María de que va a ser la Madre de Dios, también le habla del embarazo de su pariente Isabel con Juan el Bautista.
Después de que María da su famoso consentimiento para convertirse en la Madre de Dios – «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lucas 1, 38)-, va «deprisa» (1, 39) a ayudar a Isabel, que se alegra de verla. La Virgen expresa entonces su alegría en el Magnificat.
Podemos admirar la devoción de María (así como su resistencia) al emprender lo que debió ser un arduo viaje para ir desde Nazaret, donde vivía, a una ciudad de Judá donde vivía su prima, a unos cuantos kilómetros de distancia.